Skip links

La importancia del plástico ante el COVID-19

Reinventarse o morir, dice el viejo dicho que todos conocemos. Esta frase retrata a la perfección el estado del mercado del plástico en estos momentos, teniendo ante sí una de las más grandes lecciones por aprender, y sobre todo por trascender, ante la emergencia sanitaria mundial del COVID-19.

El plástico pasó de ser sinónimo de cantidades monumentales de basura y antónimo de progreso autosustentable, a generarse desabasto en su producción ante la demanda que representa esta crisis en todo el mundo, de la cual parece no existir un plazo de vencimiento al día de hoy.

A su vez, y desde hace ya casi 6 meses, el COVID-19 nos ha puesto a prueba en todos los ámbitos de nuestra vida. Es en este sentido donde el plástico cobra aún más relevancia, ya que, actualmente la inocuidad y todo estándar de limpieza es más importante que nunca antes en la historia humana. Para muestra, basta un cubrebocas.

Los siguientes 4 atributos de los procesos del plástico son los principales beneficios ante la mitigación que ayuda a lograr ante el virus:

  • Rapidez
  • Practicidad
  • Efectividad
  • Accesibilidad

En este contexto, el ámbito médico merece una distinción especial, ya que todos los insumos plásticos referentes a este sector han disparado su precio y aumentado su escasez desde finales de marzo pasado, entre los más destacados:

  • Ventiladores
  • Respiradores artificiales
  • Trajes de protección
  • Guantes
  • Lentes
  • Jeringas y un largo etcétera

Así, de la noche a la mañana, un mundo nuevo de acompañantes plásticos creados a partir de resinas se ha infiltrado en todos los rincones de nuestras casas, oficinas, locales comerciales, restaurantes y prácticamente cualquier lugar: desde los ya mencionados e inseparables cubrebocas, hasta los omnipresentes dispensarios de gel antibacterial y casi cualquier barrera que marque señalamientos de sana distancia.

Un caso que podemos mencionar es el del polipropileno, un actor clave en la fabricación de millones de cubrebocas, como los plisados sencillos, o de dos o tres capas, donde el poliestireno también es un uno de los principales componentes en ocasiones.

El polipropileno también se utiliza para diseños ampliamente consumidos desde hace varios meses, como el de uno de los tipos de cubrebocas más utilizados actualmente: la mascarilla autofiltrante tipo KN95.

Materiales como el PET también han sido objeto de estudios para producciones de cubrebocas, como el del ITESO en Guadalajara, institución educativa que está buscando generar su propio cubrebocas transparente, a partir de este plástico, con la idea que cueste menos de $50.

Aplicaciones del plástico ante el COVID

Otro caso interesante es el de la careta de protección. De un día para otro, las redes se llenaron de videos de personas mostrando su prototipo de careta, adaptando su plástico doméstico más cercano como un aliado ante el virus.

En ese mismo sentido, numerosas empresas de varios giros como el automotriz por ejemplo (​https://www.forbes.com.mx/negocios-covid-19-gm-fabrica-cubrebocas/​), así como universidades y centros de investigación se han sumado a este reto por producir insumos de plástico que puedan ayudar a mitigar el impacto del COVID-19 en nuestras vidas.

Gigantes de la mercadotecnia como Nike por ejemplo, han sabido hacer de las suyas. En conjunto con la ​Oregon Health & Science University, están produciendo ​caretas para centros médicos en Estados Unidos con materiales de sus tenis, como el poliuretano termoplástico de su modelo Air, así como las cintas de la ropa y calzado como sujetadores de la cabeza (https://news.nike.com/news/nike-ppe-face-shields-covid-19-support​)

Centros de investigación como el MIT (Massachusetts Technology Institute) donó 100,000 caretas impresas por ellos y la empresa Polymershapes, ésto a médicos y personal sanitario del estado. La meta es producir más de 50,000 por día.

En México, empresas del mercado de plástico como Eastman ha donado 1.3 toneladas de copoliéster para fabricar junto con Laminex 17,000 máscaras protectoras, diseñadas por investigadores de la UNAM y el Tecnológico de Monterrey.

Y es que, haciendo memoria, no es casual que en las compras de pánico de marzo un cubrebocas en Estados Unidos pasó de costar en un día de 5 dólares a 31 dólares.

Es necesario ahora el capitalizar este renacimiento del plástico para generar un cambio resiliente con su presencia y procesos en el mundo actual. La impresión 3D y los plásticos vegetales adquieren un carácter protagónico en este nuevo futuro del mercado.

Pero aún así, hay muchos retos también a nivel usuario que es necesario seguir atacando, como la separación efectiva de la basura plástica para una optimización correcta de los recursos. Hoy más que nunca, es una tarea obligatoria el continuar modelando estos procesos para generar cada vez menos contaminación.

El verdadero reto de poder cambiar la cara del plástico es hacerlo más sostenible, uniendo a personas en torno a un bien común y en este caso, a un acto por la supervivencia humana, sin precedentes al día de hoy en la historia.

Es cierto que las crisis siempre traen las mejores oportunidades, y la que tiene el plástico el día de hoy en tiempos de COVID-19, es una enorme oportunidad de mejorar los procesos en toda la cadena de producción, para propiciar una relación más empática con el ser humano y con la naturaleza, buscando generar un bienestar más práctico, efectivo, circular y sustentable.